domingo, 12 de febrero de 2012

Museo Judío

MUSEO JUDÍO DE BERLÍN
El Museo Judío, perteneciente al Museo de Berlín, está ubicado en la ciudad de Berlín, Alemania. Muestra, a través de obras artísticas y objetos de la vida cotidiana, la historia de los judíos que viven y vivieron en Alemania durante los últimos dos mil años. El edificio que alberga el museo está diseñado por el arquitecto polaco Daniel Libeskind y fue inaugurado en 1999. El inmueble tiene las fachadas metálicas, ventanas con caprichosas formas y orientaciones, y la planta con forma de rayo. La idea principal que transmite el edificio es el vacío que han dejado los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto nazi. La Torre del Holocausto y el Jardín del Exilio son otras dos construcciones pertenecientes al museo.

El concurso para el Museo Judío en el Museo de Berlín se celebró en el año 1989, y poco después de celebrarse cayó el Muro de Berlín, comenzando así la reunificación alemana. Este concurso lo ganó Libeskind. La construcción del museo comenzó en 1993, y estaba prevista que finalizase en 1995, pero se retrasó y se inauguró en 1999. Libeskind plasma en el edificio la importancia en la historia de Berlín la historia de los judíos. La segunda idea que transmite es la necesidad de integrar física e intelectualmente el significado del Holocausto en la conciencia de Berlín. La propuesta que Libeskind pone en el proyecto se resume en la expresión “El vacío y la ausencia”, la cual es la consecuencia de la desaparición de muchos ciudadanos.
En cuanto al diseño, la planta del edificio parte de una línea picuda con forma de rayo. Esta línea quebrada podía haber sido continuada en cualquier dirección porque parece no terminar. Existe otra línea recta oculta en la planta del museo que atraviesa todo el edificio y desde la cual se articula el “rayo”. La forma de picuda que tiene la planta hace que esta línea recta esté interrumpida a trozos. Estas dos son las bases fundamentales del diseño.
La entrada al Museo Judío está en una construcción con planta romboidal situada dentro del edificio antiguo del Museo de Berlín. Consiste en una bajada que se realiza por unas escaleras poco iluminadas y con los escalones oblicuos, de manera que transitar por ellos es complicado. Esta bajada conduce al sótano del edificio, el cual está compuesto por unas salas que no están abiertas al público y por tres pasillos rectos que se cruzan formando ángulos no perpendiculares, de manera que la orientación por ellos se complica.
Uno de estos pasillos conduce a la "Torre del Holocausto", otro al "Jardín del Exilio" y el tercero a unas largas escaleras ascendentes que comunican con las plantas del museo. Tanto la torre como el jardín, reflejan las calamidades que pasaron los judíos durante el Holocausto nazi.
Las fachadas son de hormigón con un recubrimiento exterior de chapa metálica. Esta capa está constituida por paneles de cinc y titanio colocados diagonalmente, no coincidiendo con los forjados y dando la sensación de que las fachadas están inclinadas. Diseñó con sumo cuidado la forma de los huecos de las fachadas, de manera que realizó varios dibujos en los que detallaba sus formas y tamaños. Existen ventanas de un tamaño considerablemente mayor que el resto en la fachada que mira al lado donde está el edificio antiguo, y en la altura de la última planta de la fachada opuesta a la primera. El edificio tiene varias puertas que dan al exterior pero que no son de uso habitual, por lo que se camuflan en la fachada con el mismo tipo de chapa.
En mi opinión, Libeskind consigue a la perfección su propósito de plasmar lo que vivieron los judíos durante el Holocausto. El museo es una autentica obra de arte tanto por fuera como por dentro. En especial resalto la idea de que la entrada se encuentre en el sótano del museo original, reflejando así el que los judíos tuvieron que ocultarse bajo los suelos, etc…
Creo que es i9mportante visitar el museo y que la historia judía tomará mayor importancia gracias a esta magnífica construcción.



                                          Museo Judío.



                                          Jardín del exilio.


                                                       Torre del Holocausto.

domingo, 29 de enero de 2012

EDIFICIO JOHNSON
En 1935 Herbert “Hib” Johnson, el más joven de la familia Johnson, tenía 36 años y quería darle a la empresa de su familia una imagen más moderna mediante la construcción de nuevas oficinas.
Para llevar a cabo tal labor quiso contar con la ayuda de Wright, quien en un primer momento se negó a ofrecer sus servicios ya que consideraba el emplazamiento para el proyecto del todo inadecuado y Hib Johnson no cedió a su propuesta para crear un pequeño complejo urbanístico donde colocar las oficinas en medio de una zona verde más alejada de la ciudad.
La compañía pidió a Wright que a la hora de realizar su proyecto interpretase la idea del sueño americano, donde el trabajador está contento en su puesto, se siente realizado profesional y personalmente, la gente se relaciona la una con la otra, se sienten iguales, unidos, como una gran familia.
Parece que Wright consiguió su propósito ya que años después el propio Hib Johnson admitió que gracias a la nueva organización de las oficinas y al ambiente que se había logrado crear el rendimiento de su empresa había mejorado hasta un 25%.
El edificio se encuentra situado en 1525 Howe Street de la población de Racine, Wisconsin, a 200 kilómetros de distancia de Chicago, sobre la orilla del lago Michigan.
El barrio en el que se coloca forma parte de los suburbios de Racine, una zona industrial que nada agradaba a Wright pero en donde el cliente insistió repetidamente que debía situarse el edificio.
Wright se vio en la obligación de proyectar en un entorno que para él nada tenía que ofrecer, y dejó clara muestra de ello proyectando el edificio como si de una fortaleza se tratase, con grandes paredes de ladrillo ciegas, entradas de luz cenitales, espacios que se pliegan sobre sí mismos hacia el interior, etc. negando por completo el exterior. El edificio no tiene ventanas, sólo largas fachadas ciegas, paredes contundentes de ladrillo rojo.
El complejo cuenta con una torre vertical, pero esta no pertenece al proyecto original sino que sería proyectada diez años más tarde por el propio Wright, y aún en este volumen vertical quiso marcar la línea horizontal por encima de todo. La torre intercala plantas de forma cuadrada con plantas de forma circular, sin que estas últimas lleguen al perímetro del edificio y por lo tanto en fachada sólo sean visibles uno de cada dos forjados, creando la ilusión de que el edificio es mucho más bajo de lo que lo es en realidad. El edificio debía convertirse en icono de la empresa, pero Wright quiso huir de aquella imagen típica de la época donde una gran compañía se identificaba con la entrada a un gran edificio (por lo general un rascacielos) y por eso creó una fachada principal totalmente ciega, llevando el acceso a una discreta posición en el costado.
Ya en el interior del edificio Wright prometió a su cliente que se encontraría con un mundo aparte, donde no habría más ruidos que los generados por la propia selva y la luz natural entraría de forma uniforme desde arriba, como si cayese directamente de la bóveda celeste.
La luz juga un papel fundamental en todo el proyecto. Wright buscó que la luz llegase de forma uniforme a todos los rincones, y para lograrlo utilizó dos recursos; deshacer las cornisas y aprovechar los espacios residuales entre las circunferencias que sus columnas generaban en el techo.
En mi opinión el edificio es magnífico por su particularidad, su diseño interno muy práctico y diáfano que permite a todos los trabajadores tengan el rango que tengan, estar juntos, y porque crea un ambiente idóneo para el trabajo. Se podría decir que entran ganas de trabajar.